viernes, 20 de julio de 2012

Sobrevivir cuando ya estas muerto. (XII)


XII


Pasé un par de horas viendo como trabajaba aquel chico. El mundo de las armas, su mundo, era totalmente fascinante. Hubiera seguido en ese lugar muchas más horas pero nuestro trabajo se vio interrumpido por una despampanante chica. Era alta y esbelta. Su pelo rubio le caía por su espalda como si se tratara de una cascada. Y sus caderas, sus caderas se movían hipnotizando a cualquiera que las mirara. Entró en la habitación sin vacilar, pisando fuerte con sus enormes tacones. Fue directa al chico. Le besó y le dio un papelito que él dejo caer en su escritorio.

  • Iván, acuérdate de tus promesas – la chica desprendía sensualidad en sus palabras.
  • Layla, - sonrió el chico picaramente – esperame cinco minutos que acabe con esta daga.
  • No te preocupes – dije mirando a los dos -. Pasaré más tarde.

Salí rápidamente con el rubor impregnando mi cara. Desde fuera del taller escuché un débil gemido y me fui de allí. Paseando por el pasillo me encontré con Ángel.

  • ¿Estás bien? Te veo algo colorada – dijo preocupado.
  • Sí, no pasa nada – me reí forzosamente -. ¿No deberías estar reposando? Aún estas herido.
  • Sí pero... ¿te apetece hablar, Esme?
  • Vale.

Fuimos a su habitación. Le acomodé en la cama para que no le molestara la pierna y yo me senté en una silla a su lado. Él suspiró y me miró, dando a a entender que aunque le costara hablar iba a empezar a hacerlo.

  • ¿Descubriste lo que querías? - dijo sin mucho entusiasmo.
  • Más o menos... ¿te ocurre algo, Ángel?
  • No te preocupes. Por cierto, ya sabes tu nombre ¿no? - me miró a los ojos pero daba la sensación que miraba a un lugar más lejano.
  • Sí. Me llamo Vanesa, - entonces continué con una voz muy tierna – pero no quiero que me llames así. Quiero el nombre por el que tu me bautizaste: Esme.

Vi que sus ojos brillaban como si fuera a llorar pero simplemente me sonrió buscando mi mano con la suya. De repente abrió mucho los ojos y dijo:

  • Por cierto, Vanesa....¿ no era el nombre del colgante que había en prisión?
  • Tienes razón – dije sobresaltada y saqué el colgante de mi bolsillo -. Tendríamos que abrirlo. Tal vez descubra algo más de mi vida.
  • Está bien aunque.. - ahora empezó a hablar en voz baja – no quiero que vuelvas a tu vida si le perteneces a él.
  • ¿Qué decías? No te he escuchado bien.

Él simplemente negó con la cabeza y cogió el collar de mi mano. Intentó abrirlo pero no podía, así que me pidió una herramienta que tenía en el primer cajón de su escritorio. Unos segundos más tarde, se abrió. Al abrirse, se dejaron ver dos pequeñas fotografías. Un bebé, a un lado y al otro lado, una pareja, pero la mujer tenía la cara rayada y solo se distinguía una pequeña sonrisa en su boca. Toqué la cara de esa mujer que era una desconocida para mi y una lágrima salió de mis ojos. Me giré para que Ángel no me viera.

  • ¿Ocurre algo? ¿Recordaste más cosas? - dijo preocupado.
  • No, es que no sé que me pasa...

Miré de nuevo el colgante y vino a mi mente una imagen de esa mujer con la cara difuminada riéndose con alguien. Ese alguien no era la misma persona que la del collar ya que el del collar era mi padre y lo conocía de sobras. Esa persona le dio un beso a la mujer y se fue de nuestra casa.

  • ¡Esme!¡Esme! - grito Ángel mientras me zarandeaba de un lado a otro.
  • ¿¡Qué!? - contesté, algo de mal humor.
  • Estás como ida, ¿qué pasa?
  • Simplemente... no me gusta este collar. Quedatelo tu por el momento.

Él me obedeció y lo agarró guardándolo en una pequeña mesita.

  • Quería preguntarte una cosa, ¿cuando todo esto acabe, te iras con el tipejo que me disparó?
  • Se llama Adam – hice una pausa mirado sus profundos ojos grises y tocando uno de sus mechones rubios -. Además, aún no sé que voy a hacer.
  • Quedate conmigo.
  • ¿Qué? - dije soltándole el pelo.
  • Esme, quedate conmigo.
  • Yo... yo...

Me levanté torpemente y me dirigí hacia la puerta. Cuando salí al pasillo, vi que Ángel me había cogido de la mano. Me dijo: “Esme, una cosa...” Me empujó hacia él y alzándome la cara por el mentón me besó. Yo me quedé paralizada porque sentí un movimiento extraño en mi corazón. Al segundo, ya tenía muchísimas pulsaciones por minuto. No sabía que me ocurría, pero eso no debía ser bueno.

  • ¡Vanesa! - chilló Adam que iba precedido por Mila.

Empujé a Ángel para poder separarme y vi como venía Adam hacia él con intención de pegarle. Ambos empezaron una pelea y cuando busqué ayuda mirando hacia Mila, me pareció que esta se reía pero seguramente sería cosa de mi imaginación. Como vi que no pararían y que no tenía quien me ayudara, ya que Mila había desaparecido por arte de magia, me puse en medio de ellos. Ambos me advirtieron que no me interpusiera y yo les di un bofetón a los dos. Desgraciadamente no sirvió de nada e, incluso, recibí más de un golpe. Vinieron unos supervisores alertados por el ruido y estos llamaron a unos guardias que cerraron a Ángel y a Adam en el calabozo donde yo estuve una vez.

Había visto como se los llevaban pero no quise ir detrás de ellos, no después de todo lo que había pasado. Entonces, me fui a dar vueltas, simplemente, por caminar. Pasé por delante del taller pero aún escuché algún que otro gemido, así que continué sin más. Fui a ver a los supervisores para que me dejaran salir fuera un rato. Al final, conseguí salir. Allí fuera estaba Giselle que nada más me vio quiso entrar de nuevo en la base. Cuando nos cruzamos me dijo “Te lo tienes bien merecido, guapa”. Levantó su cabeza haciendo saltar a sus rizos castaños y se fue sonriendo. Yo ignoré lo que acababa de ocurrir con un suspiro y me senté en el techo de aquel edificio, dejando caer mis piernas en la nada. Mi trasero estaba en el borde de aquel edificio y daba la sensación que cualquier ráfaga de aire me tiraría de allí, cayéndome en picado al suelo. Allí se estaba genial. El aire golpeaba mi cara como si la acariciara.

  • ¿Qué te preocupa? - dijo Marco detrás de mi.
  • Todo y nada – respondí sin apenas girarme.
  • ¿No es eso muy filosófico?
  • ¿Qué quieres que te conteste? - me tumbé y miré hacia el cielo – Es todo tan complicado...
  • No has pensado que, a lo mejor, la que se complica eres tu – dijo aún de pie y mirándome desde más atrás.
  • Tal vez...
  • Tal vez – dijo mientras se iba dejándome sola para pensar.

¿Me complico yo? Tal vez, si solo hiciera lo que siento en mi corazón... No, eso no. No puedo dejarme guiar por los sentimientos, no sería racional. Pero por alguna razón pienso que la solución al lío de mi cabeza sobre Adam y Ángel solo se solucionará mediante estos. ¿Qué es lo correcto? ¿Qué debo hacer? 

2 comentarios:

  1. ohhhhh
    Angel <3
    me encanto sigue asi :D

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  2. woooooooooooooooooooooooow
    jejejejeje
    siempre terminas sorprendiendome

    pufff me podia imaginar las intenciones de mila x_x
    y puff el amor
    ANGEL VS ADAM x_x

    episodio filosofico <3

    lo unico que yo creo que falta esque seria bueno que encontraras musica de fondo segun el ambiente como en tu primer episodio
    pero va muiy bien <3

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