A VECES ESCRIBO POR CASTILLOS DE PAPEL
A veces escribo por
momentos de alegría,
otras veces, de
soledad,
y, a veces,
simplemente, necesito respirar.
Respirar suspiros,
suspiros de alivio,
suspiros de auxilio,
que nacen de mis
entrañas
y buscan alguna
palabra,
algún consuelo,
de cariño y
libertad.
Es así, pues, como
me limito a hablar,
a hablar de como me
sentí de diminuta,
pequeña muñeca
enjoyada.
Sola en aquella
multitud enjuta,
me vino una
aclaración de las musas:
“Necesito menos
gente de la que necesito,
necesito la vida que
ya no está”.
Y así cual
Cenicienta perdida,
perdido el zapato
que habita en su pie.
Muchacha que no es
vencida
por aquellos que
forman parte del ayer
que no la quieren
aunque sea princesa
pues su castillo no
es de oro, sino de papel;
y ellos aprecian
riquezas,
fortuna que la joven
no posee,
que el mundo, en
general, no tiene
por ser obreros,
gente de a pie,
por ser artistas que
nadie ve.
OLGA RIBELLES
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