SEGUNDO DÍA CON LA IRLANDESA.
Después
de hacer varios recados durante toda la mañana, con el sueño
acumulado de la noche anterior, llegué a casa. Vi el sofá, lo tenía
a tan solo unos metros, y sabía que quedaban segundos para llegar
hasta él y poder relajarme. Ring Ring. Nada me detendría.
Ring Ring. “¡El teléfono, cogelo!”
¡Noooooooooooooooooooooooooo! No me quedó más remedio que atender
la llamada. Eran ellas. Habíamos quedado en media hora para ir a la
playa. Así que sin ni siquiera haber tocado el sofá me cambié y me
fui corriendo, con el estrés de ser obsesiva compulsiva de la
puntualidad, hacia el lugar donde habíamos quedado.
Fuimos
a la playa. Buscamos un huequecito entre guiris y guiris y pusimos
nuestras toallas. Estuvimos esperando alrededor de una hora a que
llegarán los amigos del novio de mi amiga pero no aparecían por
ninguna parte y de repente nos llaman. Habían estado en la playa
desde que nosotras habíamos llegado... ¡qué poca organización!
Vamos con ellos y entramos al agua. Había bandera amarilla y unas
olas descomunales. Yo creía que me moriría entre ola y ola. Pero no
sé que me daba más miedo en ese momento, si morir bajo el agua o
que una ola traicionera se llevara la parte superior de mi bikini que
al parecer se había medio roto de tanto llevarlo.
Fuera
ya del agua, quedamos todos para ir de fiesta por la noche. Entonces
las tres señoritas, tal como habíamos llegado, nos fuimos en bus.
Llegué
a casa, me duché y corriendo (como siempre) fui a la Muralla, un
lugar donde sirven cervezas, pizzas, coca-cola,... de todo un poco y
encima está en una terracita donde se puede disfrutar del aire
fresco que pueda correr en pleno verano. Ahora viene el problema,
¿cuánta gente creéis que piensa que es el sitio ideal para pasar
la noche? Pues ahora es cuando llega la lucha por conseguir una silla
libre. Ese momento en el que vas de mesa en mesa interrumpiendo las
conversaciones ajenas para pedir una silla y los propietarios de esa
mesa te dicen con desprecio que están todas ocupada. Ese es el
momento en el que empiezas a desesperarte. Pero tras un cuarto de
hora buscando (aproximadamente) consigues encontrar una.
Hablamos
durante más de una hora y, a pesar de conocer poco a los amigos del
novio de mi amiga, lo pasamos muy bien. Después, decidimos ir al pub
del día anterior y, como la primera vez, la irlandesa me suplicó
que los acompañará. Así que otra vez al Wallaby's.
Llegamos
allí y me sorprendí de la diferencia con el día anterior.
¿Recordáis que el otro día estaba lleno de guiris? Pues este día
los guiris se habían marchado (supongo que a ver a Bob Dylan o a
David Guetta en el FIB) y ahora quedábamos los mismos de siempre,
esos pocos que nos encontrábamos en todos los conciertos y
festivales de por aquí. Bueno... todos los de siempre no. Había a
unos dos metros nuestro unos tunos. ¿Alguien me explica que hacían
esos tunos merodeando por aquellos lugares? Bueno... supongo que
todos tienen su derecho para estar ahí. Entramos al fondo del lugar
ocupando unos taburetes para poder disfrutar de la maravillosa
música: Marea, Extremoduro, La fuga, Siniestro total, Rolling
Stones,... Me giré para ver a la irlandesa que se estaba muriendo de
sueño ya que no conocía casi ninguna de las canciones (hay que
decir que era bastante pijilla también). Entonces, al volver a girar
la cabeza, detrás de los rockerillos de turno haciendo el payaso
mientras estaban ebrios, estaban los tunos bailando jotas. Por un
momento pensé que aquella noche iba a ser muy rara y larga.
Al
acabar la noche, el pub estaba casi desolado y, tanto la irlandesa
como yo, nos entreteníamos mirando a un chico de unos veintipocos
que bailaba en el centro del pub con unos amigos. Nos miraba
descaradamente y nosotras le devolvíamos la miraba sonriendo. De
repente sonó “Y sin embargo” de Joaquín Sabina con Olga Román,
una preciosa canción. Entonces a todos nos vino como una lagrimilla
a los ojos y mirando, de nuevo, al chico para ver si nos estaría
mirando vimos que estaba besándose apasionadamente con uno de sus
amigos. ¡Plof! Se nos cayó el mundo al suelo en unos segundos.
Definitivamente, los chicos guapos o tienen novia o son gays.
Y
aquí y con esta conclusión, unos que se van para su casa. Y claro,
al igual que el día anterior, durmiendo a penas 2 o 3 horas debía
aparentar haber dormido alrededor de unas 8. ¿Me quita esto años de
vida o gano horas de fiesta?
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