Ahora si.. el nuevo capítulo:
V

Había corrido lejos, muy lejos,... “¿Hija?” “¿Qué ocurre aquí?” “¿Quién es esa mujer?” y … ¿Quién soy yo?” Debía centrarme en correr, solo correr, no podía parar... Mi corazón estaba acelerado, debía recordar. Pero estaba demasiado cansada para hacerlo. Busqué alguna casa vacía y en media hora ya estaba en una. Había una pequeña cocina y una habitación con una cama de matrimonio. Me tumbé en ella.
Era pequeña y mi padre me llevó a su trabajo. Era un laboratorio y yo jugaba con los conejillos de indias que tenía por allí. Le pedí poner la radio y el aceptó. Entonces percibí una canción que llevaba años escuchando en casa y mi padre siempre respondía igual a aquella sintonía. El llanto. “Bailar pegados es bailar, igual que baila el mar...” De mayor comprendí que esa canción fue la canción que había unido a mis padres. Aunque yo solo conocí a mi padre, porque mi madre...¿Qué pasó con mi madre?
Desperté entre escalofríos en el cuerpo. En este mundo no era bueno quedarse demasiado tiempo en un mismo lugar. Mi cuerpo hace tiempo que me hacía de despertador automático. Fui a la cocina y me lavé la cara con la poca agua que había. Últimamente, tenía sueños sin sentido que me hacían pensar en ellos a todas horas. Pero eso no tenía remedio.
Salí a la calle y cuando pasaba por un callejón noté que me agarraban y me empujaban a su interior. A pesar de ser agarrada tan repentinamente no estaba preocupada. El olor me era conocido.
- ¡Estas loca! ¿Como vas tu sola por ahí?- dijo cogiéndome por los hombros y me agitó hacia un lado y hacia otro.
Sabía quien era incluso antes de verlo, no porqué lo conociera mucho sino porque su voz se había quedado anclada en mis orejas. Medía 1'78. Tenía cuerpo atlético y cara dulce a pesar de sus duros rasgos. Su cabello rubio que no había apreciado antes, ahora tenía unos reflejos de la luz artificial de aquel lugar. Además sus ojos grisáceos me miraban con la misma expresión que la primera vez que lo vi: dulzura. Ángel.
- No me fue muy difícil encontrarte. Mas si vas creando incendios por la ciudad.
- Necesito organizar mi cabeza. Necesito no causar problemas a nadie, se que me buscan a mi. Iré sola - alcé la vista y me cruce con su mirada.- Además estás enfadado por lo que te hice la última vez, ¿no?
- Esmeralda... ¿Como me podría enfadar? - sus ojos miraban comprensivos de mi expresión sorprendida. - Ahora necesito saber algo más importante ¿Me dirás porque tienes ese tatuaje en la nuca?
No comprendí que me decía. Me toqué la nunca involuntariamente. Saqué una de mis dagas, la que tenía la hoja más clara y limpia. Intenté ver que tenía pero apenas veía una raya. Entonces guardando mi daga volví a mirarle.
- Por favor, explicame que tengo – mi voz no temblaba pero sin duda me moría de nerviosismo por saber que era.
- Pensaba que al menos recordabas eso – suspiró. - Esperaba que tu me respondieras pero bueno... dejame tu daga.
Se la ofrecí y mirando fijamente en la pared, me ordeno que me girara y me recogiera el pelo. Odio que me den ordenes pero lo hice. Empezó a dibujar algo... Cuando lo vi acepté que se asustará, comprendiendo la situación en la que estábamos. Tenía en la nuca: ᾍδης