Y la mujer más bella se fue....
En tu estancia en el hospital te acompañé por no abandonarte a su suerte. Dos corazones luchan mejor que uno una enfermedad. Y postrada en tu cama como estabas me mirabas y sonreías. Cuando dormías, ¡ay cuando dormías! A veces me arrimaba para saber si aun estabas conmigo o me habías abandonado intentando huir de tu sufrimiento. Pero no morías y yo entre mi pensaba que era un milagro.
Al pasar las semanas fuiste degenerando. La persona que me mostraron en esa cama no eras tu, era una anciana cuyo pecho agonizaba con el chillido de un animal atropellado. Tus extremidades más rígidas que nunca ya no se movían a mi antojo y tú... tú sólo dormías. Cada día que pasaba contigo, menguabas un poco más y tu dolor se hacía más notable. Pero al final, levantándote en un golpe de asfixia y con el color morado negrizo de la muerte en tus brazos y piernas... moriste. De ahí nació mi poema:
Muerte y encuentro.
fuiste tu mi
antecesora,
siempre acompañada
de tu príncipe,
demostrando ser toda
una señora.
hoy envuelta entre
paños,
mañana enterrada en
la tierra.
Tierra llena de
gusanos,
gusanos de muerte
saciados,
puesto que es la
muerte la que lleva
los cuerpos al
camposanto,
los sueños al
triste llanto.
Pero hoy que te vas,
hermosa,
no quiero llorar y
no lo hago.
Hoy que te vas,
regresas,
regresas en el cielo
con tu amado
que lleva años
esperándote,
esperando ver que no
has cambiado.
Olga Ribelles (O.R.C.)
Olga Ribelles (O.R.C.)