viernes, 20 de abril de 2012

Sobrevivir cuando ya estas muerto (VI)

Otro capítulo más. Espero que os guste y espero ir desvelando secretos poco a poco (aunque se intuya algo ;)) 



VI

Para todo aquel que no lo sepa ᾍδης era el nombre de aquel que gobernaba el Inframundo en la mitología griega. Era el amo y señor de la tierra adonde iban los espíritus después de la muerte.
Y pensar que yo tenía tatuado su nombre me erizaba el vello de mis brazos.

  • ¿Estas bien? - pasó su brazo por mis hombros -. Si quieres te cuento que significan esas letras.
  • Creo...creo que lo se mejor que tu – mi mirada inexpresiva miraba, sin ver nada, hacia la marca que había hecho Ángel en la pared -. Yo estudiaba la mitología griega y romana.

Hubo un silencio un tanto largo y, mientras este duraba, mis piernas temblaban involuntariamente.

  • Eso está bien Esme, por fin recuerdas algo – lo dijo con voz animada y me dio la sensación que quería hacer que yo sonriera -. Deberíamos volver, los espectros vendrán a por nosotros si nos quedamos aquí.

Empezó a caminar hacia el interior del callejón y mientras caminaba delante mio decidí hacer algo que jamás hubiera imaginado. Intenté cogerle de la mano para sentirme un poco mejor después del shock pero él siempre iba un paso por delante. Al final del callejón deje mis ganas de cogerle abandonadas en la oscuridad que habíamos pasado para conseguir un poco de seguridad y ponerme yo en primer lugar, dirigiendo la marcha.

  • Ángel, ¿por qué volviste a por mi? ¿Fue por el tatuaje? - pregunté en un tono serio y sin mirarle mientras continuaba caminando a unos pasos por delante de él.
  • En un principio me quedé un poco asombrado por tu tatuaje – dijo suspirando -. Pero... luego sentí que debía seguirte. Además, no es bueno que vaya una persona sola por esta ciudad fantasmal, ¿no crees?

Asentí con la cabeza aun sin estar muy de acuerdo y sin saber si me habría visto desde mi espalda. Aceleré el paso, pues había sentido algo extraño y no me quería quedar para verlo. En poco rato empezamos a escuchar cascabeles y chillidos. Se acercaban los vendedores de personas. Entonces le dije a Ángel: “Dame la mano”. Nada mas lo hizo salí corriendo. Corrimos un buen rato y entramos en una casa que ya conocía. Cuando estábamos en la habitación vimos mis vendas usadas, hacia unos días, en una papelera; la comida que me sobró, en la mesa; algo de munición que antes no estaba y el espejo donde me mire que ahora tenia una pequeña firma de sangre en su esquina inferior izquierda. “A.L.”

  • ¿Sabes que puede significar A.L.? Hace unos días ese tal A.L. Me dejó una nota en esta misma casa – dije mientras me agachaba hacia la firma del espejo.
  • No, no lo se. Tal vez es alguien que te conoce. Recuerda que todos llegamos aquí con la memoria de nuestra vida anterior. De hecho, yo conocía a una niña que estaba aquí pero desapareció hace unos meses tras escaparse de nuestra base.
  • Todos... - pensaba en que solo yo había perdido todos mis recuerdos.- Entonces tendremos tiempo para conocernos bien, me contarás tu vida en otra ocasión. ¿Te parece bien?
  • Ya veremos.

Cogí mi daga haciendo un pequeño corte en mi dedo. Luego, escribí sobre el espejo. “¿Quién eres?”
Me levanté y miré la munición encima de la mesa. No era de mis pistolas. Era para una Stechkin APS.

  • Pensaba que se habían fabricado pocas pistolas de estas – recorría con mi indice las balas.
  • Parece que sabes bastante sobre armas para haber estudiado simplemente la mitología griega y romana – me miró buscando alguna información por mi parte.
  • Es extraño... yo pensé lo mismo – dije de la misma manera que siempre.

Caminé hacia la puerta y cuando estaba allí me giré haciendo ver que quería que me siguiera. Salimos a la calle y ya no se escuchaban cascabeles. Ahora decidimos simplemente ir a la base. Quedaba poco para llegar.

Nada mas acercarnos a la puerta vi que avisaban de mi llegada. Entre al ascensor junto a Ángel y una chica que media casi dos metros y tenía el pelo rapado. Seguramente era una supervisora ya que diferencie entre su ropa una tarjeta como la que llevaba el chico de 12 años que me dejó salir la otra vez. Se abrió la puerta y en el fondo del pasillo estaba Mila que se acercaba sonriendo hacia mi. Detrás de ella habían unas diez personas con una cara mucho menos amigable. Al estar a mi altura no me dio tiempo a reaccionar y ya me había dado un fuerte puñetazo en la barriga. Escupí al suelo y me puse recta para continuar mirándola.

  • No se que te habrás pensado jovencita, – su tono de voz era ahora mucho más aterrador de lo que esperaba – pero aquí somos una comunidad y hay que aprender a comportarse y a llevarse bien entre nosotros porque vamos a pasar muuucho tiempo juntos. ¡Llevadla al calabozo! Que reflexione.

Atónita como estaba me arrastraron hacia mi prisión.

3 comentarios:

  1. :p supongo que tengo que leer los otros para poder entender de que va la historia :)

    Pero escribes muy bien. Me gustó

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  2. Evidentemente se empieza desde el principio xD
    Pero gracias.

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  3. me gusta mucho el mistisismo que le pones
    al ambiente de la historia
    me gusta mucho
    me la imagino en mi cabeza

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