XVI
Desperté entre
escalofríos y olor a tabaco. Me levanté y miré fuera de mi
habitación. Allí estaba Leire trabajando en unos papeles de
enfermería mientras se fumaba un cigarrillo. Parecía cansada. A
pesar de haber varias enfermeras en la base, parecía que la habían
dejado sola. Iba a acercarme pero apareció alguien. Era Marco. Este
se acercó a ella y dejo un café en la mesa. Luego se apoyó contra
una pared y le dijo de forma inexpresiva: “Si quieres puedo
ayudarte, tengo conocimientos de medicina”. Ella sonrió y cogió
el café de la mesa. Tomó un poco de café y al volverlo a mirar
dijo casi entre dientes : “Gracias”.
Miré mi reloj y
decidí volver a la cama. Eran las cinco de la mañana.
Era pequeña, muy
pequeña, cuando mi madre conoció a un hombre muy atractivo en un
campo de rosas negras. Ella le sonrió amablemente y él le ofreció
una cajita pequeña decorada con los dibujos de un perro de tres
cabezas. Hablaron un rato y luego se despidieron. Más tarde volvió
a casa como siempre.
En casa, mi madre
abrió la caja, encontrando en ella unos pequeños bombones y una
nota que decía:
“Preso de amor
quedé en un rosal,
y cautivo quedé
de un amor infernal.”
Mi madre cogió
lentamente el bombón y saboreándolo, dejó caer la nota y la caja
en el suelo. Noté un pinchazo en mi nuca y mi madre cayó en la
cama. Intenté despertarla una y mil veces. “¡Mamá!¡Mamá!”
- ¡Mamá! - chillé abriendo los ojos de golpe.
- ¡¿Estás bien, Esme?! - dijo Leire que acababa de aparecer con cara de preocupación.
- Sí, si... solo ha sido una pesadilla.
Empezaba a recordar,
a recordarlo todo poco a poco. Empecé a atar cabos de lo que me
estaba ocurriendo aunque aun me faltara mucho por descubrir. Absorta
en mis pensamientos me alcé de la cama y le dije a Leire: “Me
prometiste que hoy podría ver a unas personas.” Ella simplemente
asintió con la cabeza y cogiéndome por un brazo salimos de la
enfermería.
Íbamos por el
pasillo y yo intentaba soltarme del brazo de Leire. Escuché que
alguien discutía en uno de los pasillos cercanos, así que seguí
las voces para descubrir quiénes eran.
- Estoy harta de esta falsedad. Ángel, ¡no huyas! - dijo Giselle cogiéndole del brazo – Siempre igual... ¿Cómo se te ocurre besar a la nueva mientras estás saliendo conmigo?
- Eso no es cierto. Desde el día en que la vi te dije que quería acabar con la relación. Ella... ella es especial.
- Entonces, ¿eso significa que nunca me has querido?¿Que me has utilizado? - dijo con la voz temblorosa – Tu no sabes lo que va diciendo la gente por ahí. Hace tiempo que dicen que soy tonta... y yo no quería creer que tu fueras capaz de hacerme daño. Ya me aviso Mila. Ya me dijo que tendría que hablar contigo.
- No hables así. Pensé que lo nuestro era amor pero ahora veo que no. No lo hice queriendo.
Se escuchó un ruido
al fondo del pasillo.
- Esto no va a quedar así. Nosotros continuamos en una relación y más te vale que no me entere que vuelves a ir detrás de esa maldita perra que hirió a mi hermano.
Algo se volcó en mi
corazón. ¿Por qué me dolió tanto escuchar que estaban juntos?
- Vayámonos de aquí – dije a Leire en bajo, mientras me giraba y chillaba para que me escuchará Giselle, a pesar de la distancia que nos separaba - ¡Giselle! Yo no pienso acercarme a ese acosador. ¡Todo tuyo!
Me pareció que me
había temblado la voz al decir las últimas palabras pero ahora ya
estaba todo dicho. Intenté correr un poco mientras escuchaba a Ángel
por detrás : “¡Esme ven aquí! ¡Esme!”
Le ignoré y,
soltándome de Leire, intenté despistarles yendo por un atajo que
conducía hacia el taller. Pero lo que no había pensado es que yo
tenía una herida en el estomago y otra en el hombro y esto me volvía
muy débil. De hecho, se suponía que no debería ni poder correr.
Así, al poco rato me caí. De repente, apareció Ángel que había
conseguido venir a por mi prometiéndole a Leire que no me alteraría.
Intenté levantarme pero él me cogió dulcemente entre sus abrazos y
me abrazo casi asfixiándome. No pude articular ninguna palabra.
Nada. Silencio y más silencio que el consideró que era una
aceptación de su abrazo.
Pasamos unos 5
segundos así, sin decir nada, y luego me cogió como si fuera una
princesita, como cuando el novio coge a su nueva mujer para entrar en
casa. De repente, me dí cuenta de la empalagosa escena que habíamos
organizado en poco tiempo y que si yo hubiera estado en plenas
facultades me habría dado arcadas.
Llegamos a su
habitación y me tumbó en su cama. Él se sentó en una silla cerca
de mi. Suspiró y buscó mis ojos. Yo giré la cara.
- Escuchame por favor... - dijo con una voz un tanto apagada – Es verdad que estaba saliendo con Giselle pero desde el momento que te vi sentí algo. Era como si ya te conociera como si supiera que ibas a venir. Pero ahí no acabó la cosa... cuando vi tus ojos, lo vi todo claro. Sabía que eras tu, que tu eras la persona que quería a mi lado. ¿Acaso tu no sientes que el corazón se te acelera cuando nos vemos? ¿Acaso no tienes escalofríos? No sé tu que sentirás pero yo no puedo aguantar esta angustia dentro de mi. Estoy muerto en vida y nunca mejor dicho – dijo en una pequeña risita mientras cogía mi mano y la ponía en su pecho.
¡Ay Dios! Sentí
como si me hubieran dado un calambre al tocar su piel y me reí a
escondidas intentando disimular la rojez de mi cara. Era cierto que
su corazón latía tan fuerte como una locomotora.
- ¡¿Qué-qué-qué haces?! - dije mientras me temblaba la voz.
Sentía que él me
atraía y que me pasaba todo lo que él había dicho: escalofríos,
el corazón acelerado... Él me miro seguro de si mismo y yo apartaba
la mirada como la niña que se avergüenza al hablar con
desconocidos. Él se fue acercando a mi lentamente. Una de sus manos
empezó a acariciarme el pelo y poco a poco bajó hasta mi mentón,
sujetándolo un poco hacia arriba. Me miró sonrió y me beso. No fue
como la primera vez que lo hizo. Esta vez fue muy tierno, muy cálido.
Desde que estaba aquí y perdí la memoria, no sabía como se sentía
el beso o lo que se debía hacer en ese momento y lo mismo me pasaba
con el tema de las relaciones sexuales. Era una ignorante total en
ese sentido. Sin embargo, no parecía ser muy difícil, mi propio
cuerpo me guiaba y yo sentía que me gustaba y que quería estar así
con él para siempre.
De repente, una de
sus manos bajo hasta mi cintura y se introdujo por dentro de mi ancha
camiseta. Paró un segundo para acomodarse mejor y estando
completamente encima de mi, pero sin dejar caer su peso, continuó
con su inspección por debajo de mi camiseta. Llegó hasta mi pecho y
yo me alteré un poco. ¿Cómo debía reaccionar ante eso?
Me enccanto!!, siguelo, no sabes como extrañaba esta historia, que pasara?, besos.
ResponderEliminar-Agus-
Termina la historia al tk pspspspsp no me seas vaga mk pspspspspssp.
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